Antes de la crisis del coronavirus, no era extraño encontrarse paseando por un supermercado con los avisos de “producto local”. En las cadenas de supermercados que operan en Galicia, no era raro, por ejemplo, encontrarse con alguna señal gráfica que destacaba los productos que venían de marcas gallegas, especialmente en el terreno de la alimentación. Es el ejemplo de una comunidad autónoma, pero que se puede extrapolar a muchas otras. Los consumidores apreciaban ya los productos locales y la búsqueda por consumir de forma más sostenible había apuntalado el llamado kilómetro cero y el consumo de proximidad.
Durante la crisis del coronavirus, lo local y lo cercano se convirtieron en lo referente. Durante el confinamiento, cuando muchas cosas estaban cerradas y cuando se sometió a muchas cadenas de logística a una elevada presión inesperada, lo local era al final casi lo que había por defecto, sin muchas otras opciones. Además, en el tirón de lo próximo, entró también en juego lo emocional.
La tendencia se empezaba a ver en mayo, cuando se estaba comenzando a salir del confinamiento. Kantar hablaba entonces del localismo y de cómo los consumidores preferían comprar productos y marcas locales frente a los que llegaban de fuera. Un 65% de los consumidores reconocía entonces que prefería comprar productos de su propio país. Los consumidores españoles estaban por encima de esa media: eran el 73% y reconocían que sus sentimientos de comprar local eran más fuertes que antes de la crisis.
En aquellos momentos, los medios estaban llenos de historias de agricultores con problemas para posicionar sus cosechas con los restaurantes cerrados y con consumidores decididos a comprar online o en sus supermercados esa producción. Lo hacían, claro, porque los productos eran buenos y de calidad, pero también porque eran ‘sus’ agricultores que necesitaban su consumo.
El tirón del localismo sigue
Meses después, el tirón del localismo no se atemperado. Más bien se podría decir que ha ocurrido lo contrario. En el último estudio de BrandZ sobre las marcas españolas más valiosas se indica que los españoles muestran “una fuerte preferencia por lo local”. También que los consumidores consideran importante comprar en sus tiendas locales. El producto local y el pequeño comercio son los que han salido reforzados en las prioridades de los ciudadanos.
Este tirón de lo local y lo próximo no se limita a los consumidores españoles. Es una tendencia global y una que marcará la agenda mucho más allá del fin de la pandemia. Eso es lo que añade ahora un estudio de GlobalData.
Antes de la crisis, lo local se asociaba a productos de alta calidad. Tras la crisis, lo local es mucho más y, aunque también los consumidores a nivel global se han vuelto más críticos y exigentes en términos de autenticidad y proveniencia (si eres local, tienes que serlo de verdad), más importante. El localismo tendrá cada vez más tirón y se asentará como una pieza clave del puzle del consumo.
“El aumento de la interacción de los consumidores con las tiendas de proximidad locales ocurrió durante el pico de la pandemia debido a las restricciones de movimiento y el cierre de fronteras”, explica Ramsey Baghdadi, Consumer Analyst en GlobalData. “La modificación de los hábitos de los consumidores lleva a cambios drásticos en las percepciones de producto a largo plazo”, añade.
Así, los datos de GlobalData ya señalan que el 50% de los consumidores cree que es más importante que antes de la crisis consumir productos locales y un 76% de los encuestados considera que los productos locales son completamente o en cierto modo de confianza. Estas percepciones no se irán, advierten, cuando la pandemia termine.
A las compañías no les queda más remedio que prestar atención y adecuar su estrategia a lo que los consumidores esperan. Una campaña en mobiliario urbano en Vigo estos días de la cadena McDonald’s ya lo usa como reclamo. “No es solo queso, son familias de Castilla la Mancha y Galicia”, dice en letras bien grande el eslogan del póster.