La llegada de los millennials al mercado de consumo y al laboral supuso un reto para las compañías. Las empresas se encontraron de pronto con que lo que sabían de los jóvenes y de sus intereses y preocupaciones no funcionaba con estos nuevos consumidores. La Generación del Milenio trajo nuevas preocupaciones, nuevas formas de ver la vida y nuevos patrones de consumo. Cuando las organizaciones habían empezado a comprenderlo, se produjo un nuevo cambio generacional y aparecieron los Z.

La Generación Z abarca, según las cuentas más habituales, a los nacidos entre 1996 y la primera década del siglo XXI. Es la primera generación que creció ya en mundo digitalizado y los que no recuerdan una realidad en la que no había teléfonos móviles e internet. Son parecidos en algunas cosas a sus hermanos mayores, los millennials, pero no son exactamente iguales.

Un estudio de Publicis Media los definía como una “generación líquida”, a la que los cambios vividos por la sociedad en el siglo XXI les han afectado poderosamente y les han hecho definir su visión del mundo. Al fin y al cabo, podemos añadir, los millennials crecieron en la seguridad y la bonanza de los 90.

Los Z lo hicieron en el mundo en colapso de la Gran Recesión que siguió a la crisis de 2008. Además de cómo los ha cambiado el contexto, volviendo a las conclusiones del estudio de Publicis, también son una generación en la que las fronteras de lo offline y lo online son difusas y que se han visto sometidas por completo a la llamada economía flexible.

Todos estos cambios y todas estas tendencias se han visto ahora afectadas de una manera o de otra en lo que ha ocurrido en los últimos meses, casi se podría decir ya que en el último año. La crisis del coronavirus ha golpeado a la sociedad y los Z no se han quedado al margen de sus consecuencias.

El último de los estudios que ha abordado cómo es la generación Z y cómo se enfrenta al mundo se ha centrado en el impacto que ha tenido la pandemia en su vida cotidiana. Según el Informe Jóvenes Españoles 2021. Ser joven en tiempos de pandemia, que acaba de presentar la Fundación SM y que ha recogido la visión del mundo de los jóvenes de entre 15 y 29 años (lo que hace que entre también, según los baremos que usan otros analistas, la parte más joven de los millennials), los jóvenes españoles consideran que la salud (96%), la educación (96%) y la familia (95%) son los tres pilares fundamentales de la sociedad.

Las nuevas prioridades en el mundo post-covid

La crisis del coronavirus les ha afectado de forma directa, como al final ha hecho con toda la sociedad. En el caso de los más jóvenes, el impacto no ha estado tanto en el temor a la enfermedad o en sus consecuencias como en los efectos que ha tenido de forma indirecta, alterando sus estudios y su entrada en la edad adulta.

Volviendo a los datos del estudio de la fundación, para los jóvenes se ha reforzado la idea del núcleo familiar como “referente de ayuda y protección” pero también ha aumentado la espiritualidad ante las situaciones difíciles.

Estas preocupaciones se suman a los problemas que ya antes marcaban su agenta. Aunque una cuarta parte de los jóvenes cree que “la crisis climática es una exageración”, en general los jóvenes están muy preocupados por el medioambiente. 8 de cada 10 consideran que el cambio climático y la protección de la naturaleza son cuestiones prioritarias. Un 90% también considera muy importante la igualdad de género.

Los cambios también llegan a la percepción de las cosas que son importantes y a los estilos de vida. Los amigos pierden valor para la Generación Z (¿quizás lo eran más para los millennials?). Solo el 49% de los encuestados dice que los amigos son muy importantes. En 2017, eran el 62%.

Las redes sociales son importantes y una fuente de entretenimiento con internet en general, pero ha aumentado la percepción de que es un foco de presión social. Un 25% de los encuestados reconoce que ha “agredido, maltratado o intimidado en Internet este último año”.

Los cambios en el mercado laboral

La relación entre las empresas y los Z no solo cambiará en términos de consumo. Las compañías no solo tendrán que adaptar qué hacen a sus nuevos intereses y a sus nuevas pautas de comportamiento, sino que además tendrán que ser capaces de comprender qué esperan estos nuevos ciudadanos como talento. El estudio de la Fundación SM muestra a una generación bastante desencantada: “hasta un 52% de los jóvenes ve muy probable tener que emigrar para poder tener un trabajo de calidad”, señalan.

Según el último informe COVID-19 Global Impact, de Cigna, elaborado el pasado verano, las compañías deben tener en cuenta también qué hace particular al Z como empleado. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), recuerdan, esta generación es especialmente vulnerable al estrés. En el primer semestre de 2020, en medio de la pandemia, el nivel de estrés de los trabajadores de entre 18 y 24 años subió en un 25%. Esto implica que las empresas deben crear marcos más colaborativos y más preocupados por el bienestar en sus empresas.

También cambia la visión del liderazgo y las expectativas corporativas. Un estudio de Adecco de hace un año concluía que el 51% de los jóvenes creía que para 2050 ya no será necesario tener un título universitario para ser CEO. El 70% de los encuestados señalaba incluso que en el futuro serán más importantes las competencias interpersonales que las técnicas para ser un buen líder.

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