Durante décadas, la gran manera de saber qué triunfaba en música entre los consumidores estaba en quedarse con los títulos que aparecían en diferentes programas especiales. Las listas de los más populares que hacían algunas cadenas de radio en diferentes mercados eran una suerte de pasarela al éxito, que posicionaba a las canciones de éxito ante los oyentes y que reafirmaba que eso era ‘lo que estaba de moda’.
Las listas no eran siempre limpias, ya que en ellas confluían muchos intereses. Por ejemplo, hasta que Billboard no se centró solo en los datos de venta y usó referencias de lo que pinchaban los DJs, la lista estaba desvirtuada. Las discográficas incentivaban que los DJs hablasen de sus canciones.
Pero esa pasarela al éxito se ha quedado bastante obsoleta. Ahora, lo que dice qué canción está triunfando es ver de qué se habla en redes sociales y, sobre todo, qué es lo que se encarama a las listas de las más reproducidas en los servicios de streaming. La música ha hecho un proceso de transformación digital durante lo que llevamos de siglo y se ha asentado en el consumo bajo demanda.
Todo ello crea una avalancha de datos, que se pueden seguir en tiempo real y que han ayudado a cambiar la industria. El big data se ha integrado en la realidad del mundo de la música y se ha convertido en la llave para comprender qué ocurre pero también qué va a pasar. El próximo hit saldrá de una maraña de información sobre patrones de comportamiento.
Cómo el big data llegó a la música
En 2014, cuando las grandes discográficas estaban empezando a fichar a expertos en datos para trabajar en estrategias y para analizar la información que se generaba, un reportaje de la televisión pública estadounidense se acercó a la cuestión. La música se había convertido en cada vez más variada y diversa. Había más títulos, más artistas y más opciones que nunca (y posiblemente ahora hay todavía más), pero también existían más datos sobre qué se escuchaba, cuándo y dónde de la que había existido hasta el momento.
Compañías como Shazam, que entonces (a pesar de llevar operando muchísimo tiempo) estaba asentando su popularidad, lograban recopilar información sobre qué interesaba de forma real a los oyentes. Cada vez que un usuario apuntaba su móvil para intentar descubrir qué canción estaba sonando, estaba generando un dato sobre qué estaba ganando en interés. La app era capaz, ya entonces, de adelantar qué triunfaría.
Algunas startups empezaban a desarrollar algoritmos que peinaban las grandes masas de datos y que conseguían predecir qué interesa al público.
Media década más tarde, la tendencia está más que clara y el camino se ha convertido en incuestionable. La música es uno más de los mercados en los que los datos se han posicionado como un elemento crucial para entender el mercado y sus movimientos y, muy importante, para apuntalar a nuevos artistas.
Los datos señalan qué promocionar
Como publican en Billboard, el streaming y su popularidad han hecho que ahora mismo se estén generando más datos que nunca. Las plataformas digitales que están sirviendo para acceder a la música están también recolectando datos y más datos sobre patrones de comportamiento.
Esos datos están a disposición de los artistas y de la industria musical en general. YouTube, Spotify, Apple o Amazon tienen servicios “for Artists” en los que estos pueden acceder a los datos que generan sus lanzamientos.
A partir de ellos, pueden perfilar a sus audiencias, sus intereses o lo que realmente tiene éxito. Gracias a la información y al análisis ahora se puede desde escoger qué single es el que se debería potenciar para que funcione hasta a qué hora lanzar el vídeo de la canción para que tenga más alcance.
Las fuentes de la industria que hablan con el medio estadounidense dejan claro que aun así hay que seguir creando y que eso no lo hace el big data. Sin una buena canción y sin talento, no funcionará por mucho que el análisis de datos diga las cosas, se puede concluir de sus indicaciones.
Aun así, la información y su uso sí separa caminos y sí marca qué quieren escuchar las personas. Grupos de todos los tamaños lo han usado para afinar en sus estrategias de marketing y de comercialización y lograr un recorrido mayor.