En la lista de tecnología noventera, Flash tiene una presencia destacada. La herramienta nació a principios de la década, se convirtió en una pieza fundamental para hacer animaciones a lo largo de los años y se asentó como rey de la red cuando Adobe compró la compañía detrás de la herramienta en 2005.

Ese fue también el año de nacimiento de YouTube, un servicio online gratuito en el que los usuarios podían publicar sus vídeos amateur. Como ya sabemos, muchos años después, YouTube se convirtió en una de las piezas clave de la revolución en cómo accedemos a los contenidos online y en una de las páginas web más usadas y más visitadas.

Cuando llegó al mundo en 2005, la plataforma de vídeos usaba Flash como elemento base. Era lo que permitía que los usuarios pudiesen cargar los vídeos y reproducirlos. Eso fue también lo que ayudó a que Flash se convirtiese en una de esas grandes historias de éxito de la red.

Estaba en todas partes y era la base para que muchos servicios y contenidos de internet funcionasen. Pronto arrancó la era en la que lo cool en las webs corporativas era, de hecho, que antes que nada el visitante viese una animación en Flash. Daba igual qué mostrase: la animación era la introducción antes de hacer clic para dar paso al contenido ‘de verdad’. Y, por supuesto, la publicidad online también operaba echando mano de Flash.

Pero, a pesar de ese dominio tan importante, Flash estaba llamado a desaparecer. El boom del internet móvil no le puso las cosas fáciles. Esas páginas corporativas con animaciones en Flash eran, por ejemplo, una pesadilla en las pequeñas pantallas de los móviles. Aunque lo importante fue que en 2010 Apple ya dejó claro que no iba a permitir que Flash entrase en sus dispositivos móviles. Las voces críticas contra Flash iban en aumento.

La tecnología era un agujero en términos de ciberseguridad, pero también muy poco usable en el nuevo contexto de navegación online. Un estudio de 2015 ya señalaba que la mayoría de los anuncios móviles que empleaban Flash se veían de forma deficiente: era una mayoría abrumadora, de un 98,6%.

“Los anunciantes están usando más rich media en los móviles para conseguir clientes potenciales, pero están desperdiciando muchas oportunidades”, explicaba entonces al hilo de esos resultados Andy Khal, director de investigación en Sizmek, la empresa responsable del estudio. La situación se le había puesto muy complicada a Flash.

Al entorno móvil, se sumó que los propios navegadores -como están haciendo ahora con las cookies- empezaron a bloquear por defecto los contenidos que lo servían. Flash había pasado de ser el rey de internet a uno de sus apestados.

Tres años para acabar con Flash

Adobe, sus propietarios, acabaron capitulando: entre 2017 y 2020 iban a dar un tiempo de gracia para adaptarse a la nueva realidad web. En 2021, Flash iba a morir de forma definitiva. Y ese momento ha llegado. Los titulares que dejan claro que Flash ha muerto no están lanzando metáforas. Es la realidad.

El tiempo de adaptación que queda por delante es muy limitado (pero hay que tener en cuenta que Adobe ha dado tres años para hacer ajustes). Como recuerdan en Le Monde, Adobe ha dejado de distribuir y de actualizar Flash a 1 de enero de 2021, con la entrada en el nuevo año. El 12 de enero, Adobe bloqueará ya directamente los contenidos que lo usan.

Eso sí, Microsoft ya ha empezado a bloquear Flash por defecto en Windows y a no esperar a que llegue ese momento de la verdad. Un estudio de 2018 apuntaba ya que solo el 8% de las páginas que cargaban los usuarios de Chrome implicaban Flash, frente al 80% de las que lo hacían en 2014.

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